Se estima que existen alrededor de 150 mil ejemplares. Defecan un promedio de 50 veces por día y tienen capacidad para trasmitir unas 40 enfermedades distintas a la población.

 

 

 

Con la colocación de jaulas en tres edificios céntricos –el palacio municipal, el mercado municipal y la torre Bicentenario—la municipalidad comenzó un ensayo destinado a la captura de palomas y evaluar si ese sistema permitirá realmente, en el mediano plazo, lograr una reducción significativa de la cantidad de aves.

    No se conoce con certeza qué población de palomas hay en nuestra ciudad, pero algunas fuentes dedicadas a su estudio estiman que es una plaga que puede estar en los 150 mil ejemplares, anidando en cientos de edificios, aves que defecan un promedio de 50 veces cada día y tienen capacidad para trasmitir unas 40 enfermedades distintas a la población.

    Si bien una importante parte de la población mira con simpatía a estas aves, consideradas símbolo de la paz y hasta una suerte de mascota a la que alimentan en plazas y paseos, lo cierto es que son una plaga por demás dañina y comparable su accionar con el de los roedores. 

 Desde la subsecretaría de Gestión Ambiental del municipio se llevan a cabos dos acciones puntuales en contra de esta presencia. 

    Por un lado, los placeros se encargan cada día de la limpieza de sus defecaciones en las veredas, una de las indeseadas consecuencias de esta existencia. 

 

 

   Por otro lado procedió a la colocación de jaulones de captura como herramienta para disminuir la población.

    “Lo hacemos a manera de prueba, porque no tenemos experiencias de otras ciudades, por eso sacaremos nuestras propias conclusiones sobre esos resultado”, señaló Matías Insausti, titular de esa subsecretaría.  

    El funcionario mencionó que la paloma es transmisora de enfermedades a los humanos y también genera un severo problema para edificios. 

    Tanto su excremento como su anidación pueden dañar la estructura de viviendas. Los desplazamientos de tejas en busca de refugio provocan problemas de humedad y pueden convertirse en un riesgo si bloquean las salidas de las chimeneas.

    Además, las heces y las plumas obstruyen los drenajes pluviales. 

 

 

Debido a la toxicidad de sus excrementos es además imperativo limpiar y desinfectar las áreas contaminadas.

    Insausti explicó que nuestra ciudad posee componentes ideales para las palomas. Por los granos dispersos en diversos caminos de acceso a puertos y por la cantidad infinita de huecos y lugares propicios para anidar.

 

   “Su control es complicado. No se puede pensar en utilizar tóxicos porque claramente también afectan al humano y al ambiente. Lo ideal es evitar que accedan a sitios donde aniden colocando redes o pinches. Por otro lado se debe evitar dejar residuos que le sirvan de alimento. Lo cierto es que si no implementamos medidas, la plaga va a ser un problema eterno y en aumento”, señaló.

    Hugo González, jefe del departamento de Saneamiento ambiental del municipio, manifestó que en un mes se tendrá un panorama sobre la efectividad de las jaulas colocadas, en el sentido de que sirvan o no para capturar una cantidad importante de palomas que permita dar una certeza de que puedan bajar la población. 

 

 

 

   “Esta prueba piloto está a cargo del municipio. Si da resultado la idea es hacerla extensiva al menos a otros veinte edificios. No es un sistema económico, así que en el caso de ampliar su colocación involucraremos al sector gastronómico que es uno de los más afectados por las palomas”.

    El funcionario explicó, además, que no existen muchas otras alternativas para combatir esta plaga. El mercado no dispone, por ejemplo, de un veneno para palomas, y los sistemas de ultrasonido o láser tienen su efecto unos pocos días y después las palomas se acostumbran y los ignoran. 

    “También tenemos un dilema con la ley provincial que autoriza la caza de palomas urbanas. Enviamos esa normativa al Concejo Deliberante para que reglamente los alcances de esa acción, que por ahora se limita a esta idea de su captura. Es un tema susceptible, la comunidad está dividida y quienes las protegen la ven como un animal simpático, aunque trasmite al menos 40 enfermedades”, acotó.

 

 

 

Más detalles

    El biólogo Pablo Petracci coincidió en remarcar que los granos dispersos en la ciudad son clave para explicar la cantidad de palomas que generan un verdadera “situación de conflicto”. 

    “La ciudad ofrece además infinidad de sitios donde nidificar y tampoco hay aves depredadoras, con lo cual nada frena su crecimiento. Recién en este año se ha visto un ave rapaz, llamada gavilán mixto, que está actuando en la zona del Teatro Municipal y en el parque de Mayo”, señaló.

 El profesional indicó que se deben limitar los accesos de estas aves a lugares de nidificación colocando redes, tejidos o pinches.

    “En la medida que no haya políticas para hacerle incomoda la vida nunca se van a controlar y será un problema. Un adecuado control de residuos puede disminuir esta población”, agregó.

    Osvaldo Meloni es administrador de consorcios y miembro de la cámara inmobiliaria. 

    Señaló dos severas consecuencias por las palomas en los edificios. Por un lado el daño que generan en las membranas de las azoteas, donde la acumulación de excrementos con alto poder de corrosión las daña y genera problemas de humedad y estructural.

    “Esta situación se agrava donde hay antenas de telefonía, porque se dificulta la limpieza. También es un problema en los denominados patios de luz de los edificios, donde suelen anidar y es un sitio de difícil acceso”.

 Agregó que el método más efectivo es la colocación de mallas en lugares donde comienzan a anidar.

    “Hemos puesto pinches, pero los ignoran y hasta anidan entre ellos. Tampoco ha dado resultado colocar “animales” de chapa, los terminan ignorando”.

    Como se ve, pocos argumentos hay para defender la presencia de estas aves y urge evitar su proliferación. 

    Suciedad, afectación de inmuebles y trasmisión de hongos responsables de enfermedades como la infección pulmonar y del sistema nervioso son más reales que cualquier simbolismo milenario.

 

El Penna, un combo perfecto

 

 

   Hace años que las palomas se han convertido en un severo problema para el hospital Penna. El diseño del complejo edilicio, plagado de recovecos y patios interiores, se vuelve ideal para que aniden y generen verdaderos desastres con sus deyecciones, nidos y suciedad.

 

   “Tenemos un problema serio y no las podemos combatir. Hay colocadas algunas redes pero la verdad es que no hay ningún sistema que funcione correctamente y su presencia nos trae muchos problemas, desde la limpieza de los techos, la obstrucción de cañerías o la inundación de las terrazas”, reconoció el director Gabriel Peluffo.

    Peluffo  mencionó que no tiene en claro si sigue siendo una especie protegida.

    “Nos han ofrecido algunos sistemas pero no nos convencen. Y no se trata solo de las afectaciones edilicias sino del aspecto de suciedad que le dan al hospital”.

    Reconoció, por último, que con la pandemia no han podido ocuparse demasiado de la cuestión. 

 

 

De ayer a hoy

    Hay que remontarse a la Biblia (Génesis 8, 11) para tener la primera consideración de la paloma como símbolo de la paz. Fue cuando Noé sorteó el diluvio universal con su arca y envió una paloma para saber si las aguas estaban bajando. La paloma, blanca, volvió  con una hoja de olivo en el pico, prueba de la reconciliación del hombre con Dios.

    En 1949, el pintor Pablo Picasso fue contratado para crear un símbolo para el congreso mundial de la paz de París. Pintó una paloma blanca, lo cual reforzó la relación entre el ave y la paz.

    En cuanto a su protección, la misma surge por haber sido un animal clave para las comunicaciones en las guerras mundiales. En 1943, el presidente Edelmiro Farrel declaró especie protegida y prohibida la caza de palomas que sirvieran a los fines de la defensa nacional.

    En 2018, la gobernadora María Eugenia Vidal modificó esa idea imperante y autorizó su caza al calificarlas como a cuatro especies: torcaza, doméstica, turca y montera. 

 Palabra de científicos

    “Las palomas domésticas transmiten enfermedades por medio de protozoarios, insectos, hongos, bacterias, virus. Puede ser por contacto con sus deposiciones, secreciones o plumas o por inhalación de excretas. También pueden producir alergias por hipersensibilidad a las plumas y polvo fecal y ser portadoras de ácaros, pulgas, chinches y piojos.  Sus plumas pueden ser portadoras de compuestos químicos contaminantes y tóxicos, pólenes y esporas de hongos”, según determina un informe del Instituto de Ciencias Biológicas y Biomédicas del Sur, del Conicet-UNS.

 

Fuente: lanueva.com

 

 

 

 

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