Desde hace un tiempo a esta parte, los guarenes han acaparado la atención mediática de la prensa local y nacional, y no me refiero a la famosa banda criminal de narcos que operaba en Santiago el año 2014, escribo acerca de una plaga de guarenes nunca antes vista en nuestras calles, la cual ha proliferado de manera explosiva a vista y paciencia de los transeúntes que caminan, viven y respiran a diario por las arterias de Concepción, la capital del rock.
A lo largo de la historia los roedores han gozado de una muy mala reputación en el imaginario colectivo, han transmitido enfermedades de importancia sanitaria (zoonosis) Leptospirosis, Rabia, Triquinosis, Hanta Virus, Salmonelas, Histoplamosis y Tularemia entre muchos otros males; sin contar los microrganismos que portan cuando contaminan los alimentos los cuales ingresan a nuestro organismo vía oral.
Solo basta recordar la peste negra o bubónica, cuando la pulga que parasitaba en la rata transmitía la enfermedad a través de la sangre y contaminaba con su picadura, ambos vectores y reservorios; esta pandemia mató más gente que las todas las guerras juntas y lapidó a un tercio de la población europea y del mundo islámico a mediados del siglo XIV, la peor catástrofe de salud pública que la humanidad jamás haya conocido.
A lo largo de la historia han existido plagas de roedores que han sido fuentes de inspiración, tanto así que se han inmortalizado en la literatura y en el cine (Rattatouille), una mención especial merece el popular y famoso cuentista de Hamelin, protagonizada por los hermanos Jacob y Wilhemm Grimm en 1816, e inspirada en los cazadores de ratas; materia de análisis en esta columna de opinión.
La acción y trama se desarrolla en una próspera ciudad de Alemania, en donde una mañana los habitantes al salir desde sus casas encontraron las calles invadidas por miles de ratones que merodeaban por todas partes. Nadie acertaba a comprender la causa de tal invasión, nadie sabía qué hacer para acabar con tan perturbadora plaga.
Ante la gravedad de la situación, los prohombres y autoridades de la ciudad, veían peligrar sus riquezas por el avance y la voracidad de los ratones, entonces en un santiamén convocaron al Consejo y dijeron: “Daremos cien monedas de oro a quién nos libre de los ratones”. Al poco se presentó ante ellos un flautista alto y desgarbado, a quien nadie conocía y les dijo: “La recompensa será mía. Esta noche no quedará ni un solo ratón en Hamelin”.
Dicho esto, comenzó a pasear por las calles y, mientras caminaba, tocaba con su flauta una maravillosa melodía que encantaba a los ratones, quienes salían desde sus madrigueras para seguir embelesados los pasos del flautista-desratizador. Y así, caminando y soplando, los llevó hasta un lugar muy lejano, tanto que desde allí ni siquiera se veían las murallas de la ciudad.
Por aquel lugar pasaba un caudaloso y profundo río en donde, al intentar cruzarlo para seguir al flautista, todos los ratones perecieron ahogados.
Los Hamelinenses, al verse libres de las voraces tropas de ratones, respiraron aliviados y volvieron a sus prósperos negocios, tan contentos estaban que organizaron una fiesta para celebrar, comiendo, bebiendo y bailando, un jolgorio que se extendió hasta muy entrada la noche.
A la mañana siguiente, el flautista se presentó ante el Consejo y reclamó a los prohombres de la ciudad las cien monedas de oro prometidas como recompensas, pero estos liberados ya de su problema y cegados por su avaricia, le contestaron: “¡Vete de nuestra ciudad!” ¿o acaso crees que te pagaremos tanto oro por tan poca cosa como tocar la flauta?, de este modo le daban la espalda en medio de grandes carcajadas.
Furioso por la avaricia y la ingratitud de los Hamilineneses, el flautista, al igual que hiciera el día anterior, entonó una dulce melodía, una y otra vez, ahora fueron los niños que, fascinados por aquel sonido mágico, iban tras los pasos del extraño músico. Tomados de la mano y sonrientes, formaban una gran hilera, sorda a los ruegos y gritos de sus padres, que, en vano, entre sollozos, intentaban impedir que siguieran al flautista.
Nada lograron y el músico se los llevó muy lejos, tan lejos que nadie supo adónde, y los niños al igual que los ratones, nunca jamás volvieron.
En la ciudad solo quedaron sus opulentos habitantes con sus repletos graneros y despensas, protegidas por sus sólidas murallas y un inmenso manto de silencio y de tristeza.
Y según cuenta la leyenda, eso fue lo que sucedió hace muchos años, en la desierta y vacía ciudad de Hamelin, dice el refrán: “por más que busquéis, nunca encontrarás ni un ratón ni un niño”.
Volviendo a la realidad, es necesario recalcar que los roedores constituyen uno de los grupos de mamíferos más fecundos y numerosos del planeta, su capacidad de adaptación a diversos ambientes, les permite experimentar un rápido crecimiento de sus poblaciones. Uno de los aspectos que más los caracterizan es poseer en la parte anterior de la boca, dos incisivos superiores y dos incisivos inferiores, estos colmillos son de crecimiento continuo, como las uñas, por lo tanto, les da una fuerte musculatura a sus mandíbulas y aparato masticatorio, es claro que representan un riesgo sanitario y debemos preguntarnos:
¿Y ahora quién podrá defendernos?
La realidad puede superar a la ficción, la vida no es como en los cuentos de hadas, y aunque seamos la capital del rock, no vendrá ningún flautista ni superhéroe de la música a salvarnos de la plaga.
Es importante considerar la existencia de diversos factores ambientales que determinan que una población, crezca de manera explosiva y migre de un lugar hacia otro, provocando un aumento drástico en su número, causas como: incendios, sequías, inundaciones, desmalezamientos, movimientos de tierra, demoliciones, terremotos, acumulación de escombros, falta de higiene, mal manejo de la basura, disponibilidad de alimentos y ausencia de predadores entre muchos otros aspectos y consideraciones que tampoco son materia de análisis de esta columna de opinión.
En el curso de la búsqueda de hechos noticiosos que hayan acontecido durante el último tiempo en donde las ratas hicieron noticia, encontré dos recientes y dignos de rescatar, el primero fue la invasión de ratones acaecida hace poco tiempo, junio de 2021, en Australia. La tierra de los marsupiales sufrió la peor plaga de ratones en su historia, millones de roedores se extendieron por las granjas del sur, provocaron graves daños sanitarios, tanto en los cultivos como en la salud mental de personas que terminaron con crisis de pavor y pánico, deterioros causados en las cosechas como asimismo en los cables eléctricos roídos y mordisqueados que terminaron con incendios en las casas y en la interrupción de las comunicaciones.
Por otra parte, el segundo caso, acontece desde hace ya varios años, una plaga de ratas azota a New York, no hay un solo rincón de la gran manzana que esté libre de ratas, cada vez son más grandes y pesadas, los gatos ya no son sus enemigos naturales y pareciera que la plaga se ha convertido en un enemigo que ya nadie puede controlar.
Según cifras provenientes del servicio de asistencia telefónica de Nueva York, los reportes de madrigueras de ratas en la ciudad aumentaron 40 por ciento en tan sólo un año; en los últimos 12 meses, se reportaron 17 mil 350 llamadas para alertar sobre la presencia o avistamiento de roedores.
En resumidas cuentas, podríamos decir que, por lo visto en las redes sociales y en la televisión, el problema estaría en los muchos focos con restos de comida y desperdicios que deja la alta concentración de transeúntes y sobre todo el comercio ambulante que a diario ocupa el paseo peatonal desde Caupolicán hasta Tucapel.
A mi modo de ver y con el propósito de contribuir a la solución del problema sanitario que nos afecta, sugeriría ciertos lineamientos que guardan relación con la táctica y la estrategia de control, que si son materia de análisis de esta columna de opinión.
Primero, está la fase de preparación, en donde se debe identificar el problema, el punto de partida de un programa, la recolección de información y su posterior interpretación, el origen del diagnóstico y la participación de la comunidad es fundamental (entrevistas, encuestas, testigos oculares, testimonios), pues contribuirá a una mejor percepción de la situación.
Segundo, se debe definir el área objeto de control, es decir delimitar las fronteras del área geográfica que se abarcará, mediante un plano se pueden marcar en rojo los puntos críticos.
Tercero, la recolección de los datos, una vez definida el área objeto, se deben identificar las variables ambientales que están favoreciendo el desarrollo y la actividad de los roedores. Recomendaría, según mi modesta opinión, realizar un esquema que incluya: refugios, sendas, madrigueras, micro-basurales, fuentes de alimentación y de agua, cualquier situación de riesgo como también cualquier estructura que signifique un polo de atracción, debe ser consignado.
Toda plaga es controlable, en efecto, se debe seguir un plan pre- establecido, como señalé, para mantener a los guarenes bajo los umbrales de tolerancia, recordar que el análisis, la inspección, la fase de preparación es la administración que involucra acciones de dirección, capacitación, asistencia y toma de decisiones para optimizar el logro de los objetivos.
Solo espero que no aparezca una agrupación animalista como ocurrió en Paris en diciembre del año 2016, cuando la capital francesa enfrentó una plaga de roedores que incluso cerró parques y plazas y así evitar mayores problemas sanitarios.
En la ciudad luz, los animalistas reunieron 17.400 firmas para detener el “genocidio” de ratas en París, una petición popular en contra de la desratización iniciada en las plazas y parques parisinos, un escándalo dramático que lindaba en lo ridículo, miles de parisinos asistieron a una marcha con pancartas para defender a las ratas de un ataque químico y no químico (a palos).
Solo debemos recordar que no estamos ni en Australia, ni en New York ni en Paris, estamos en la capital del rock, en donde no vendrá ningún flautista encantador, ni un “gato volador” o superhéroe del rock a llevarse los ratones hasta el río Biobio para que todo termine feliz como final de cuento y tampoco debamos preguntarnos
¿Y ahora quién podrá defendernos?